Qué mierda :::..
Él dijo que fácil todavía hacía 200 planchas conmigo sentada en su espalda porque sigo flaca y se rió como quien ha dicho algo divertido. Y yo ¡guaj! nunca me río cuando un huevón cree que bromea o coquetea o juega y en realidad da pena.
Dije "ah qué bien" y me largué.
Antes, cuando tenía 12 años y lo amaba como nunca amé a nadie hasta que apareció enrique y luego gian y luego ursula y luego guillermo y luego ... y luego ..., yo me sentaba, me echaba y estaba feliz en su espalda mientras él hacía una, diez, cien planchas, y lo escuchaba contar con su voz gruesota "uno, dos, tres" y sentía que eso era lo mejor que podía pasarme en la vida porque era muy lindo, y tierno y cuero. Y vivía enamorada de sus ojos negros, de sus pestañotas y su nariz diminuta, de sus manotas torpes que nunca me ganaban jugando gallito o que me sacaban conejo del cuerpo porque yo siempre bajaba pidiendo que me abrace y me haga crash boom zap la columna vertebral. Y moría cuando llegaba los domingos a la casa con uniforme (ufff tan lindo) a buscar a Francisco, y yo caía del segundo piso y muerta de amor encontraban a la cojuda desnucada en el jardín o en un rincón. Y él siempre Paulita por aquí, Pau por allá. Y todo lindo, soñando que me casaría algún día con él y que aprendería a cocinar rico porque lo que más le gustaba era comer.
Pero de la nada, chau. Se fue a no sé donde y no volvió más. Y yo viuda de 12 años esperando que regrese a sacarme un último conejo del cuello.
Hasta ayer. Que apareció y cuando dijeron Mauricio, yo alucinada con verlo tal cual como se había ido, lindo, cuero, tierno, pero no.
Era un tipo que parecía mil mayor que mi hermano y se le notaba recontra casado, de esos libidinosos que esconden el aro y se la pasan hablando inutilidades para ver si pescan algo. Y yo aterrada porque de la nada mandaron a la mierda mis ilusiones de niña pequeña, y encima el mastodonte me decía que quería hacer planchas conmigo de nuevo en su espalda y Paulita por aquí, Pau para allá y te saco un conejito o juguemos gallito. Hasta que vino Ernesto a arrancarme de ese sitio y preguntar (con cara de le voy a sacar la mierda a ese mierda) "quién es?", y me resultaba tan macabro decir "fue mi primer amor" que tuve que resetearme el cerebro y los recuerdos y decir tan sólo que era un borracho de mierda. Qué mierda.
Dije "ah qué bien" y me largué.
Antes, cuando tenía 12 años y lo amaba como nunca amé a nadie hasta que apareció enrique y luego gian y luego ursula y luego guillermo y luego ... y luego ..., yo me sentaba, me echaba y estaba feliz en su espalda mientras él hacía una, diez, cien planchas, y lo escuchaba contar con su voz gruesota "uno, dos, tres" y sentía que eso era lo mejor que podía pasarme en la vida porque era muy lindo, y tierno y cuero. Y vivía enamorada de sus ojos negros, de sus pestañotas y su nariz diminuta, de sus manotas torpes que nunca me ganaban jugando gallito o que me sacaban conejo del cuerpo porque yo siempre bajaba pidiendo que me abrace y me haga crash boom zap la columna vertebral. Y moría cuando llegaba los domingos a la casa con uniforme (ufff tan lindo) a buscar a Francisco, y yo caía del segundo piso y muerta de amor encontraban a la cojuda desnucada en el jardín o en un rincón. Y él siempre Paulita por aquí, Pau por allá. Y todo lindo, soñando que me casaría algún día con él y que aprendería a cocinar rico porque lo que más le gustaba era comer.
Pero de la nada, chau. Se fue a no sé donde y no volvió más. Y yo viuda de 12 años esperando que regrese a sacarme un último conejo del cuello.
Hasta ayer. Que apareció y cuando dijeron Mauricio, yo alucinada con verlo tal cual como se había ido, lindo, cuero, tierno, pero no.
Era un tipo que parecía mil mayor que mi hermano y se le notaba recontra casado, de esos libidinosos que esconden el aro y se la pasan hablando inutilidades para ver si pescan algo. Y yo aterrada porque de la nada mandaron a la mierda mis ilusiones de niña pequeña, y encima el mastodonte me decía que quería hacer planchas conmigo de nuevo en su espalda y Paulita por aquí, Pau para allá y te saco un conejito o juguemos gallito. Hasta que vino Ernesto a arrancarme de ese sitio y preguntar (con cara de le voy a sacar la mierda a ese mierda) "quién es?", y me resultaba tan macabro decir "fue mi primer amor" que tuve que resetearme el cerebro y los recuerdos y decir tan sólo que era un borracho de mierda. Qué mierda.
0 comentarios